La editorial Minúscula poco a poco va ocupando un espacio nada minúsculo en mis estanterías. Especializada en rescatar libros pequeños en tamaño pero gigantes en contenido, joyas que pasarían desapercibidas y que envuelven en cuidadas y minúsculas ediciones.
La historia es engañosamente sencilla, con esa sencillez profunda de las grandes cosas de la vida
Un hombre enfermo pide a su hijo que abandone por unos días las montañas en las que pasa el verano y le acompañe, quizá por última vez, a la isla adriática en la que nació. El reencuentro en ese paisaje luminoso, teñido de recuerdos, resulta decisivo para ambos. Uno descubrirá lo que significa dejar descendencia; el otro afrontará el sentido de la pérdida. El estilo elegante y contenido de esta narración, publicada por primera vez en 1942, la convierte a juicio de muchos en la obra maestra de Giani Stuparich. La isla es, en palabras de Claudio Magris, «un relato admirable de vida y de muerte, no conjurada sino mirada sin piedad cara a cara».
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