A Juan Rulfo le bastaron una novela y un libro de cuentos para ocupar un lugar de privilegio dentro de las letras hispanoamericanas. Creador de un universo rural inconfundible, el escritor plasmó en sus narraciones no sólo las peculiaridades de la idiosincrasia mexicana, sino también el drama profundo de la condición humana. El llano en llamas (1953) reúne quince cuentos que reflejan un mundo cerrado y violento donde el costumbrismo tradicional se desplaza para vincularse con los mitos más antiguos de Occidente: la búsqueda del padre, la expulsión del paraíso, la culpa original, la primera pareja, la vida, la muerte. Pedro Páramo (1955) trata los mismos temas de sus relatos, pero los traslada al ámbito de la novela rodeándolos de una atmósfera macabra y poética. Este libro ostenta, además, una prodigiosa arquitectura formal que fragmenta el carácter lineal del relato.
Pero esta escasa producción literaria ha servido de inspiración y base para una considerable floración de producciones cinematográficas, adaptaciones de cuentos y textos de Rulfo que se iniciaron, en 1955, con la película dirigida por Alfredo B. Crevenna, Talpa, cuyo guión es una adaptación de Edmundo Báez del cuento homónimo del escritor. Siguieron El despojo, dirigida por Antonio Reynoso (1960); Paloma herida, que, con argumento rulfiano, dirigió el mítico realizador mexicano Emilio el Indio Fernández; El gallo de oro (1964), dirigida por Roberto Gavaldón, cuyo guión sobre una idea original del autor fue elaborado por Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. En 1972, Alberto Isaac dirigió y adaptó al cine dos cuentos de El llano en llamas y en 1976 se estrenó La Media Luna, película dirigida por José Bolaños que supone la segunda versión cinematográfica de la novela Pedro Páramo.
Juan Rulfo nació el 16 de mayo de 1917. Él sostuvo que esto ocurrió en la casa familiar de Apulco, Jalisco, aunque fue registrado en la ciudad de Sayula, donde se conserva su acta de nacimiento. Vivió en la pequeña población de San Gabriel, pero las tempranas muertes de su padre, primero (1923), y de su madre poco después (1927), obligaron a sus familiares a inscribirlo en un internado en Guadalajara, la capital del estado de Jalisco.
Durante sus años en San Gabriel entró en contacto con la biblioteca de un cura (básicamente literaria), depositada en la casa familiar, y recordará siempre estas lecturas, esenciales en su formación literaria. Algunos acostumbran destacar su temprana orfandad como determinante en su vocación artística, olvidando que su conocimiento temprano de los libros mencionados tendría un peso mayor en este terreno.
Una huelga de la Universidad de Guadalajara le impide inscribirse en ella y decide trasladarse a la ciudad de México. La imposibilidad de revalidar los estudios hechos en Jalisco tampoco le permite ingresar a la Universidad Nacional, pero asiste como oyente a los cursos de historia del arte de la Facultad de Filosofía y Letras. Se convierte así en un conocedor muy serio de la bibliografía histórica, antropológica y geográfica de México, temas que un estudio minucioso de su obra literaria y fotográfica permite rastrear en las mismas, además de los textos y la labor editorial que les dedicó. Durante buena parte de las décadas de 1930 y 1940 viaja extensamente por el país, trabaja en Guadalajara o en la ciudad de México y a partir de 1945 comienza a publicar sus cuentos en dos revistas: América, de la capital, y Pan, de Guadalajara. La primera de ellas significa su confirmación como escritor, gracias al apoyo de su gran amigo Efrén Hernández. Publica sus imágenes por primera vez, también en América, en 1949. Pero fue a finales de la década de 1930 cuando se iniciaba como escritor y fotógrafo, aunque pocos sabían de esto.
A mediados de los cuarenta da comienzo también su relación amorosa con Clara Aparicio, de la que queda el testimonio epistolar (publicado en 2000 en Aire de las colinas. Cartas a Clara). Se casa con ella en 1948 y los hijos aumentarán la familia poco a poco. Abandona su trabajo en una empresa fabricante de neumáticos a principios de los cincuenta y obtiene en 1952 la primera de dos becas consecutivas (1952-1953 y 1953-1954) que le otorga el Centro Mexicano de Escritores, fundado por la estadounidense Margaret Shedd, quien fue sin duda la persona determinante para que Rulfo publicase en 1953 El Llano en llamas (donde reúne siete cuentos ya publicados en América e incorpora otros ocho, nuevos) y, en 1955, Pedro Páramo (novela de la que publicó tres adelantos en 1954, en las revistas Las letras patrias, Universidad de México y Dintel). En 1958 termina de escribir su segunda novela (muy breve), El gallo de oro, que no se publicará hasta 1980. En 2010 aparece la edición definitiva de esta última obra, después de una revisión cuidadosa del original que permitió eliminar errores e inconsistencias de la versión previamente conocida.
A partir de la publicación de los dos primeros títulos el prestigio literario de Rulfo habrá de incrementarse de manera constante, hasta convertirse en el escritor mexicano más reconocido en México y el extranjero. Entre sus admiradores se cuentan Mario Benedetti, José María Arguedas, Carlos Fuentes, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Günter Grass, Susan Sontag, Elias Canetti, Tahar Ben Jelloun, Urs Widmer, Gao Xingjian, Kenzaburo Oe, Enrique Vila-Matas y muchos otros. Encuestas hechas en México, España, Alemania, Noruega y otros sitios ubican siempre los títulos de Juan Rulfo en un lugar prominente la literatura universal. Sus lectores en las más diversas lenguas se renuevan continuamente y las nuevas traducciones no cesan de aparecer. Juan Rulfo es el escritor mexicano más leído y estudiado en su país y en el extranjero.
En 2003, con motivo de los cincuenta años de la publicación de El Llano en llamas, apareció Noticias sobre Juan Rulfo, del reconocido especialista en Rulfo Alberto Vital. Se trata de un libro de gran formato y calidad, profusamente ilustrado, y constituye la biografía más completa dedicada al escritor y fotógrafo mexicano. En 2005, con motivo del 50 aniversario de la aparición de Pedro Páramo, se publica La recepción inicial de Pedro Páramo, de Jorge Zepeda, quien se consagró con este título como uno de los estudiosos más competentes de la obra de Juan Rulfo. En 2006, para recordar el 20 aniversario luctuoso de Rulfo, se publicó Tríptico para Juan Rulfo: poesía, fotografía, crítica, donde diversos autores abordan los temas del subtítulo en relación con su obra. En 2008 apareció Retales, compilación de 17 textos de otros autores que Rulfo había propuesto a los lectores de la revista El Cuento. En 2010 se ha presentado Juan Rulfo: otras miradas, obra de 500 páginas coordinada por Víctor Jiménez, Julio Moguel y Jorge Zepeda, en la que se reúnen opiniones sobre la obra de Juan Rulfo de autores extranjeros de primera importancia, como Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, Susan Sontag, Tahar Ben Jelloun, Urs Widmer, Gao Xingjian, Kenzaburo Oe y otros, así como una serie de ensayos sobre el tema de la traducción de esa obra a los más diversos idiomas. En el mismo año de 2010 ha aparecido Nuevos indicios sobre Juan Rulfo: genealogía, estudios, testimonios, bajo la coordinación de Jorge Zepeda y con artículos sobre los orígenes de la familia de Juan Rulfo en México (en el estado de Michoacán, en el siglo xviii, así como transcripciones hechas por Juan Rulfo de distintos textos relativos a la historia de ese estado e igualmente nuevos trabajos sobre la obra fotográfica y literaria de Rulfo, así como sus labores en el Instituto Nacional Indigenista.
Las dos últimas décadas de su vida las dedicó Rulfo a su trabajo en el Instituto Nacional Indigenista de México, donde se encargó de la edición de una de las colecciones más importantes de antropología contemporánea y antigua de México. Rulfo, que había sido un atento lector de la historia, la geografía y la antropología de México a lo largo de toda su vida, colmaría con este trabajo una de sus vocaciones más duraderas.
Rulfo publicó fotografías suyas por primera vez en 1949, en la revista América, como ya se dijo, y en 1960 expuso en Guadalajara una pequeña colección (unas 23) de sus fotos, pero fue la exposición de 1980 en el Palacio de Bellas Artes la que abrió al público más amplio el conocimiento de esta parte de su creación; desde entonces el interés por el fotógrafo Juan Rulfo no ha cesado de incrementarse y con él las exposiciones y los libros dedicados a sus imágenes. En 2001 apareció México: Juan Rulfo fotógrafo, libro-catálogo de la exposición del mismo nombre, traducido ya al inglés, francés, italiano y alemán. La exposición se ha presentado en España, Italia, Francia, Grecia, Brasil, Argentina, Perú, los Estados Unidos, Marruecos, Portugal, México y Colombia. En 2002 apareció el libro Juan Rulfo, letras e imágenes, con textos suyos sobre la historia y la arquitectura de México y una selección de sus fotografías de edificios mexicanos de diversas épocas. A principios de 2006 se presentó el libro de pequeño formato Juan Rulfo, fotógrafo, con una selección de fotos y estudio preliminar de Andrew Dempsey. En 2007 se dio a conocer el libro Tríptico para Juan Rulfo: poesía, fotografía, crítica, coordinado por Víctor Jiménez, Alberto Vital y Jorge Zepeda, con ensayos sobre la fotografía de Rulfo por Carlos González Boixo, Daniele De Luigi y Lon Pearson. Éste último autor presenta la exposición de 1960, recuperada gracias a su testimonio, y se reproducen las 23 fotografías que la integraron. Igualmente se hace en este libro una edición facsimilar del encarte que apareció en 1949 en la revista América con once fotografías de Rulfo, las primeras que alguna vez publicara. En 2009 ha aparecido otro libro de pequeño formato, Juan Rulfo: Oaxaca, con cincuenta imágenes tomadas por Rulfo en el estado mexicano de Oaxaca en la década de 1950. La selección de las fotos estuvo a cargo de Andrew Dempsey y Francisco Toledo. La última publicación de gran formato sobre las fotografías de Rulfo ha aparecido en octubre de 2010 y lleva el título de 100 fotografías de Juan Rulfo. La selección de las imágenes fue hecha por Andrew Dempsey y Daniele De Luigi.
La obra literaria de Juan Rulfo no cesa de editarse en español y un número creciente de idiomas, que se acercan al medio centenar actualmente. De algunas lenguas se han realizado ya varias versiones.
Juan Rulfo falleció en la ciudad de México el 7 de enero de 1986.
Las nuevas generaciones de escritores y lectores se aproximan con renovado asombro a las páginas de los libros de Rulfo y su curiosidad por la vida y la obra del autor jalisciense no disminuye. La erudita biografía llevada a cabo por uno de sus estudiosos más serios, Alberto Vital, Noticias sobre Juan Rulfo, ya mencionada, cumple con rigor la tarea de proporcionar información y reflexión serias a los lectores de Rulfo interesados en profundizar en este campo. Los restantes libros mencionados contribuyen al conocimiento de otros aspectos de su vida y producción en los campos de la literatura y la fotografía.
Una infancia difícil. Su nombre completo era Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno y pasó la primera parte de su infancia en San Gabriel, población rural del estado de Jalisco. Tenía siete años cuando su padre, un terrateniente arruinado por la reforma agraria que siguió a la revolución mexicana, fue asesinado. Durante los turbulentos años de la guerra cristera permaneció en Guadalajara, donde realizó sus primeros estudios. En 1930, tras fallecer también su madre, él y sus hermanos quedaron bajo la custodia de su abuela materna. De allí pasaría a un orfanato. En la imagen, Juan Rulfo en Tepoztlán, en el transcurso de una reunión del Centro Mexicano de Escritores (1955).
Pedro Páramo. Las premisas planteadas en los cuentos son llevadas al extremo en Pedro Páramo (1955), novela de compleja estructura cuyo desarrollo fragmentario y episódico mezcla de manera aparentemente arbitraria diversos planos temporales y puntos de vista. La trama ocurre en un pueblo llamado Comala. Hasta allí llega un tal Juan Preciado en busca de su progenitor, Pedro Páramo, un cacique local. Alrededor de la compleja personalidad de este último gira todo el relato. El libro presenta un elaborado entramado argumental, poblado de numerosos personajes, en el que predominan la muerte, el rencor y la fatalidad. Muy pronto queda claro que Comala es un pueblo fantasma y que los principales personajes, incluyendo al propio Preciado, ya fallecieron. Ello no les impide recordar, soñar y conversar desde la tumba. Lo anterior otorga a la obra un carácter muy particular que combina el lirismo y lo sobrenatural con una descarnada descripción del autoritarismo y la miseria del campo latinoamericano; todo ello sustentado en una estructura mitológico-simbólica de gran fuerza expresiva que ha elevado la obra a la categoría de gran clásico de la literatura hispana.
Fuente: http://www.biografiasyvidas.com/monografia/rulfo/fotos.htm