Una vez en la librería Gandhi de la ciudad de México, Gabriel García Márquez me habló con mucho entusiasmo de la excelente calidad narrativa de J.M. Coetzee, quien acababa de ganar el Premio Nobel en 2003, lo que mostraba que el autor colombiano siempre estaba al tanto de la actualidad novelística mundial y tenía tiempo para seguir los pasos de sus sucesores en el magno reconocimiento literario mundial. Como su compatriota sudafricana Nadine Gordimer -quien se hallaba por esas fechas en México en el Congreso Internacional del Pen y le mandaba saludos al maestro a través mío-, Coetzee narra la desgracia de su país, anclado en la guerra y la violencia del Apartheid, que por esas fechas parecía sin solución alguna, tanto el odio entre las partes era profundo. A un lado estaban los negros encabezados por el luchador guerrillero Nelson Mandela, en la cárcel desde hacía décadas, y al otro el gobierno implacable y terco de los gamonales blancos y ojiazules que se negaban a un cambio profundo de la propiedad de la tierra y la ancestral discriminación racial de la plebe negra. Los tres Premio Nobel de esa región, Coetzee, Gordimer y Doris Lessing, son blancos, pero a diferencia de los racistas terratenientes que dominaban al país y sumían a la población negra en la esclavitud y la discriminación, tratan de contar a través del género novelístico el drama nacional, profundizando en las entrañas de la violencia ciega y terrible, buscando las razones profundas de las acciones de los negros insurrectos, que no eran ningunas mansas palomas. Por supuesto que los insurrectos negros sudafricanos cometían atrocidades, pero si lo hacían en la lucha contra el Apartheid era por razones profundas, históricas e ineludibles y la solución al problema no estaba en llenar las cárceles de rebeldes o los cementerios de cadáveres de guerrilleros, o de calificarlos de hijos del Infierno, sino de dar el paso hacia un gran cambio del país, lo que vendría después tras la liberación de Mandela y la llegada al poder de la plebe y la infame turba negra odiada por los hacendados blancos y ojiazules. [Texto: “Las desgracias de Coetzee” -26/04/2009- Autor: Eduardo García Aguilar
– Fuente: http://egarciaguilar.blogspot.com.es].
Breve resumen:
A los cincuenta y dos años, David Lurie tiene poco de lo que enorgullecerse. Con dos divorcios a sus espaldas, apaciguar el deseo es su única aspiración; sus clases en la universidad son un mero trámite para él y para los estudiantes. Cuando se destapa su relación con una alumna, David, en un acto de soberbia, preferirá renunciar a su puesto antes que disculparse en público. Rechazado por todos, abandona Ciudad del Cabo y va a visitar la granja de su hija Lucy. Allí, en una sociedad donde los códigos de comportamiento, sean de blancos o de negros, han cambiado; donde el idioma es una herramienta viciada que no sirve a este mundo naciente, David verá hacerse añicos todas sus creencias en una tarde de violencia implacable (http://www.randomhousemondadori.com)
Ficha:
- Título original: Disgrace (1999)
- Idioma: Inglés
- Traducción al castellano: Editorial Mondadori y Circulo de Lectores (2000)
- Traductor: Miguel Martínez- Lange
- Premios: Premio Booker por Desgracia (1999) Nobel de Literatura (2003)
- Cine: En 2008 la película fue lleva al cine con el mismo título que la novela, dirigida por Steve Jacobs.
- Otras publicaciones de esta obra/ Otras obras traducidas: Ver ISBN:http://www.mcu.es/webISBN
Tras leerlo:
A menudo nos encontramos en la vida con actos que no somos capaces de comprender. Cada sociedad y cada ser humano tiene su propio código. Si difícil es llegar a entender porqué una sociedad se comporta de una u otra manera, lo es también comprender a cada uno de los seres humanos que pueblan el planeta. Somos islas, cada uno con nuestras propias contradicciones y si nuestra intención es intentar sumergirnos un poco en el otro, lo primero que tendremos que hacer será abrir bien la mente. En este magistral libro no esperes respuestas, pero aunque no puedas entenderlo y te produzca rechazos varios, léelo. Te llevará a descolocarte, desconcertarte y, finalmente, a repensarte.
A pesar de que toda la novela transcurre en Sudáfrica, no lo percibimos al principio cuando el tono de la narración es la de David Laurie, el profesor blanco universitario de Ciudad del Cabo. Nada nos induce a pensar que no ha vivido ajeno al horror del apartheid, su vida parece cómoda, sin sobresaltos, una vez cubiertas sus necesidades básicas, y él las tiene cubiertas con creces; una cierta fama, un status y dinero. Su desencantado vagar cotidiano se enfoca, a la edad de cincuenta y dos años, hacia intentar cubrir sus necesidades sexuales. Desligado cualquier sentimiento amoroso hacia las mujeres que frecuenta, divorciado dos veces y frecuentador de prostitutas, llevado solo por el deseo, nada se interpone entre él y sus sucesivas presas. Hasta el día en el que comete un error y la sociedad en la que vive, no se lo perdona.
David Laurie intenta sentirse vivo ahora que empieza a ver que el final de la recta está cerca. Cuando ya el balance entre el debe y el haber de su vida le indica que le falta poco para hacer algo que le trascienda cuando ya no esté en este mundo (lleva años dando forma a una ópera sobre Byron). La sociedad, su país, implacable con el comportamiento del profesor le juzga y le castiga. El código moral en el que vive, esa comunidad de los rectos le exige un arrepentimiento, un claudicar de sus acciones, un espectáculo televisivo, pero él no se muestra dispuesto a hacerlo. Fiel a si mismo se impone frente a todos y no cede. La sociedad, su país no quiere viejos, Si los viejos montan a las jóvenes, ¿cuál es el futuro de la especie?….Suspira. Los jóvenes abrazados, inconscientes, atentos sólo a la música sensual. No es este un país para viejos.
Pero siempre puede haber algo peor. Nuestras vidas pueden verse alteradas de un instante a otro, el mundo está lleno de momentos atroces, de caídas memorables y de horror, mucho horror. Estar en un peldaño más cerca del infierno no significa que no nos quede cientos por delante. Solo hay que mirar alrededor para comprobar en qué situación vive tanta gente, ajena a nuestro mundo. Obligado a dejar su puesto universitario, decide marcharse de su ciudad y visitar a su hija Lucy, quien vive en una zona aislada y rural, manteniendo una granja. La hija hippie, que hace manualidades, trabaja la tierra, está rodeada de perros (estos animales tienen tanto protagonismo como el resto de personajes y se perfilan, en último término, ¿como los únicos merecedores de hacer aflorar el amor?) y tiene relaciones con mujeres. Ha de haber un hueco en el sistema, un hueco para las mujeres y lo que les sucede. Su situación está rodeada de peligro y ella lo sabe. En cualquier momento la chispa puede saltar y de hecho salta.
Aparecen los negros. Aparece la sombra alargada del apartheid. Aparece la segregación, la discriminación, la humillación, aquel considerar a la raza negra inferior. Aparece todo aquel odio escondido a la fuerza, taponado con cientos de golpes que lo han llevado a tener una tan alta condensación que, cuando se ha abierto tras la abolición del apartheid, ha surgido con una fuerza atronadora, con una fuerza destructora y violenta que reclama su lugar y no siempre de forma amable. Son nuevos tiempos, ahora el poder ya no está exclusivamente en la mano de los blancos y ellos reclaman su lugar. Petrus, el negro. Para David son unos desconocidos, a los que no logra entender. Las coordenadas son otras, también el idioma parece incapaz de transmitir las nuevas realidades, el inglés es insuficiente para narrar a la nueva Sudáfrica.
Como en cualquiera de los conflictos bélicos que en la actualidad perviven en el mundo, se perpetra una violación. La mujer como una de las torres que se quieren conquistar para derrotar al enemigo. El cuerpo de la mujer como arma de guerra. La primera conquista la mujer, la segunda conquista la tierra (el que posee siempre está en riesgo). Da igual que sean negros o blancos, la violencia se ejercerá, la situación se perpetuará y nada cambiará es lo que parece decir en su desolador mensaje esta novela. Vuelve el mismo silencio cómplice con lo ocurrido, el mismo ocultar los hechos y bajar la cabeza, dejar que pasen, dejar que se mantenga para que el circulo de la venganza se cierre y para poder sobrevivir: adaptarse o huir no hay otro camino. El campo va llegando a las puertas de la ciudad, pronto habrá ganado paciendo otra vez por el parque de Rondebosch, pronto la historia habrá trazado otra vez un círculo completo. El padre viejo, la mujer lesbiana, el ambiguo negro, cada uno de ellos en su particular isla.
Una buena persona. No es una mala resolución que tomar y menos en tiempos tan oscuros.
Sobre el autor:
Nacido en Ciudad del Cabo, Sudáfrica (1940) y nacionalizado australiano, país donde reside actualmente. Pasó su infancia y su primera etapa formativa entre Ciudad del Cabo y Worcester, además de en la provincia de El Cabo. Se licenció en matemáticas e inglés en la Universidad de Ciudad de El Cabo. A comienzos de los años 60 se desplazó a Londres, donde trabajó durante algún tiempo como programador informático. Dejó constancia de esta etapa de su vida en su novela ‘Juventud’ (2002). Más tarde realizó estudios de postgrado en literatura en la Universidad de Texas, tras lo que dio clases de lengua y literatura inglesas en la Universidad de Búfalo (EE UU) hasta 1983. En 1984 volvió a Sudáfrica a ocupar una cátedra en Literatura inglesa en la Universidad de Ciudad de El Cabo, donde ejerció la docencia hasta su retiro en el año 2002. Durante 1989 estuvo en Estados Unidos como profesor visitante de la Universidad Johns Hopkins. En la actualidad desempeña funciones de investigador en el Departamento de inglés de la Universidad de Adelaida (Australia). Coincidiendo con la Semana Literaria de Adelaida en Marzo de 2006, Coetzee recibió la nacionalidad Australiana, sin que ello según él le aleje de Sudáfrica, su lugar de nacimiento y donde transcurre gran parte de su obra. Fue el primer escritor galardonado en dos ocasiones con el Premio Booker (el más prestigioso de la literatura en lengua inglesa), por sus obras ‘Vida y época de Michael K.’ (1983), la historia de un superviviente de la guerra civil sudafricana, y ‘Desgracia’ (1999), que trata acerca de un profesor de literatura marginado del mundo por acoso sexual. En 2003 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose así en el cuarto africano que lo recibe. Además de novelas, también ha publicado numerosas críticas literarias y diversas traducciones. En sus obras, marcadas por un estilo simbólico y metafórico, cuestiona el régimen del apartheid y cualquier tipo de racismo, y explora sus negativas consecuencias en el hombre y en la sociedad. (Fuente: Casa Africa, Wikipedia y Nobelprize)
Fuente: https://literafrica.wordpress.com/2013/08/01/desgracia-j-m-coetzee/
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