Mujeres escritoras
Literatura de puño y letra femenino
Tinta y papel - Esther Patrocinio
Si ser mujer ha sido, y es aún en algunas culturas, sinónimo de persona de segunda categoría es obvio que el camino de las
mujeres escritoras no ha sido de rosas, precisamente.
En el Génesis se dice que Adán y Eva incurren en el pecado por comer la fruta prohibida; una manzana y es Eva la que incita a Adán a probarla. Adán fue creado por Dios mientras Eva fue creada a partir de una costilla del primer hombre como complemento y distracción para Adán que se aburría en el paraíso.
Cuentos de hadas
Basta recordar el
papel pasivo que la mujer ha desempeñado en las distintas obras literarias. Desde los cuentos populares y de hadas en los que la dualidad princesa/madrastra establece una metamorfosis por la cual la princesa bella envejece, tiene hijos pero quiere acabar con sus rivales, otras jóvenes que algún día se convertirán a su vez en madrastras.
IL
a madrastra de Blancanieves, asaltada por los celos y la envidia, intenta matarla con una manzana envenenada. De otro lado, el color rojo o de la manzana representa la menstruación, la culminación de la etapa latente y la maduración sexual. Por eso Caperucita Roja lleva una caperuza del color de la pasión, el amor y la menstruación como alegoría de su menarquía. Debe llegar hasta la casa de la abuelita pero por el camino será acechada por el lobo feroz (símbolo del joven que la acosa) del que debe protegerse ya que es capaz de concebir y ser madre desde el punto de vista biológico. Capaces de lo peor
En la historia de Cenicienta las mujeres son capaces de lo peor; desde la malvada madrastra que explota a la huérfana como sirvienta hasta sus terribles hermanastras feas, envidiosas y de mal corazón.
Otra lectura del cuento desvela su contenido como manual para chicas enseñándoles como despertar el interés del Príncipe e ir dejando pistas para que sea éste el que finalmente la encuentre, como se explica en dos dos obras de obligada consulta:
- "Psicoanálisis de los cuentos de hadas" de Bruno Bettelheim.
- "El cuento detrás del cuento" de J. W. Heisig.
Renacimiento
La llegada del “dolce stil nuovo” marcó esta etapa. La mujer era la musa que simbolizaba los ideales platónicos y cristianos del amor pero no era más que un
objeto de elogio y contemplación. El hombre debía esforzarse por alcanzar a esta mujer ideal de rasgos angelicales. Existía un gran respeto hacia la mujer pero una negación de su desarrollo como persona.
Humanismo
Surgió una nueva actitud a favor de la mujer que generó un debate entre los humanistas que consideraban apropiado dar cierta educación a las mujeres y los que estaban en contra. Las mujeres se convirtieron en modelos y tema para los escritores.
Así encontramos obras como "La formación de la mujer cristiana" de Juan Luis Vives en la que el autor defiende la idea de que la mujer debe aprender a leer para conocer los textos sagrados y los clásicos sin descuidar sus ocupaciones como tejer y que nunca hablase en público.
En los mismos años se publicó "La mujer que se queja del matrimonio" de Erasmo de Rotterdam en el que se expone la obligación de que el esposo haga feliz a la mujer mediante una relación de equidad. Erasmo no puso límites ni restricciones a los temas de conocimiento ni al grado de preparación de las mujeres.
La Universidad de Salamanca fue la primera en abrir sus puertas a la mujer
La tendencia más extendida se recoge en "La perfecta casada" de Fray Luis de León en la que el monje agustino recomienda a las féminas permanecer en silencio y aprender a leer pero jamás a escribir ya que no podía saber más que un hombre.
En esta época la Universidad de Salamanca se convirtió en la primera en abrir las puertas a la mujer. Es el tiempo de célebres estudiantes como Francisca de Nebrija, Lucía de Medrano o Beatriz Galindo.
Otra opción que le quedaba a las mujeres que no pudieran casarse era el convento, pero también era peligroso dedicarse a escribir como le sucedió a Santa Teresa de Jesús que fue perseguida por la Inquisición.
Siglos posteriores
Para evitar los prejuicios sobre las mujeres escritoras, las tres hermanas Brönte
en Inglaterra utilizaron seudónimos masculinos (los nombres que usaron fueron Currer Bell, Ellis Bell y Acton Bell).
Fernán Caballero era el seudónimo utilizado por la
escritora española Cecilia Böhl de Faber y Larrea.
Muchas mujeres quedaron eclipsadas por los hombres de su entorno como María Teresa León, compañera de Rafael Alberti y escondida en su sombra. Norah Borges, hermana de Jorge Luis Borges autora de poesía y pintora. Zenobia Camprubí, traductora de Tagore, profesora de literatura en Estados Unidos que abandona todo por ser secretaria, agente, esposa, amiga y confidente y de Juan Ramón Jiménez.
María Lejárraga nació en una familia acomodada y recibió una educación que le permitió ejercer de maestra. Sin embargo sus inquietudes literarias chocaban con la sociedad cerrada a las mujeres. Así que firmó todas sus obras de teatro con el nombre de su marido; Gregorio Martínez Sierra.
Generación Bridget Jones, la revolución
Durante las últimas décadas las mujeres escriben y son protagonistas de historias sin ser castigadas moralmente como en Anna Karenina o Madame Bovary. Basta echar un vistazo a los últimos premios Nobel de Literatura: Doris Lessing, Herta Müller...
Hay mujeres que escriben best sellers, novela histórica, poesía, ensayo y son reconocidas como escritoras, valoradas por la sociedad en la que desarrollan su trabajo.
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